07 enero 2008

EN CHILE HAY BANKOS, NO BANCOS


Arturo Alejandro Muñoz
Desde Coltauco

¿Cómo se puede creer en un Banco si este ha cometido fallas garrafales, inexcusables e insólitas con sus clientes? Y si en el país ni siquiera las entidades bancarias son instituciones confiables, ¿qué nos espera? Aun más, algunas de esas instituciones muestran desprecio por muchos de sus clientes a la hora de brindarles atención expedita, tratándolos cual si fuesen ánimas molestosas.
La palabra BanKo, escrita a propósito e intencionadamente con la letra K, intenta significar que sólo eso les importa…el K…vale decir, el capital. En Chile ya no son Bancos, son simplemente BanKos. Muestran vertiginoso interés y plausible atención a la hora de captar dineros o cazar a un cliente con préstamos cuyos intereses pueden ser considerados, más que excesivos, casi usureros con pasaporte legal. Pero, al momento de atender a su clientela bajo el parámetro de la ‘normalidad’, esas organizaciones de dinero muestran su verdadero rostro.
Del lobo, un pelo. Así reza el viejo refrán para conocer la verdadera identidad de una persona o de una institución. En estas líneas mostraremos no ya un pelo del lobo, sino tres. Posiblemente no se trate de algo novedoso, pues a más de cien lectores puede haberles sucedido lo mismo –e incluso algo peor- mas, a objeto de no dejar pasar como inadvertidas esas situaciones, resulta conveniente relatarlas y plasmarlas para siempre en páginas virtuales a las que miles de personas tienen libre acceso. Lo que usted leerá a continuación, sucedió en Rancagua….tal vez ello se repita a diario en otras regiones del país, con la complacencia cómplice de las autoridades pertinentes y el visto bueno legislativo de nuestros parlamentarios que siguen soslayando su responsabilidad en beneficio de las mayorías y en pro del desarrollo ecuánime y armonioso del país, optando en cambio por la defensa y protección de quienes, precisamente, no las necesitan.

Ejemplo Uno:
El viernes 15 de septiembre los pensionados y jubilados debían cobrar sus exiguos montos mensuales; muchos concurrieron –tarjeta en mano- a los cajeros automáticos de sus respectivas localidades y barrios. Las sorpresas comenzaron temprano, pues las maquinitas arrojaron boletas indicando que nadie había depositado en las respectivas cuentas el dinero pertinente. ¿Las instituciones responsables (AFP’s, INP, Compañías de Seguro, etc.) olvidaron su compromiso previo a las fiestas patrias, se trataba de un problema originado en el ‘sistema’, o era algo más grave? Cientos de pensionados se vieron obligados a aproximarse a las sucursales bancarias ubicadas en el centro de Rancagua. Llegaron de diversos lugares y barrios….muchos hubieron de gastar lo que ya no tenían para apersonarse en la ciudad, provenientes de localidades distantes, como Coínco, Requínoa, Graneros, Coltauco, Doñihue, e incluso Peumo.
Largas filas de personas ansiosas, decepcionadas y nerviosas, se formaron frente a entidades bancarias. La respuesta –casi una ironía- era la monserga clásica y típica cuando la responsabilidad de la falla recae en las instituciones bancarias: “se cayó el sistema”. Hubo desmayos, sollozos y tensiones inenarrables, entre los afectados, la mayoría de ellos personas de edad avanzada y físico estragado. El sistema se había caído, pero no para los clientes de cuentas corrientes de esa entidad bancaria; ergo, el sistema jamás ‘se cayó’, sino simplemente hubo una insoportable falla en detrimento de los usuarios menos ‘agraciados económicamente’, aunque nadie en ese banKo ni nadie en las AFP’s, o en otras organizaciones, asumió la responsabilidad. ¿Y el SERNAC? Muy bien, gracias….finalmente, ya avanzada la mañana, el famoso sistema ‘regresó’ luego de vertiginosos traqueteos de los responsables de un lugar a otro, hasta que lograron poner de pie lo que ellos mismos habían dejado de cabeza.
¿Volverá a repetirse este cuadro digno de una obra de Ionesco? Seguramente sí, pues esas instituciones siguen sin mostrar voluntad administrativa ni técnica para atender como seres humanos, como clientes permanentes, a viejitos y viejitas que han servido al país durante una larga vida de esfuerzos y dolores (y que han pagado permanente y oportunamente sus impuestos, lo que en cambio, oh sorpresa, no siempre hacen quienes deben ‘atenderlos’). Pero, nuestro nunca bien ponderado Poder Legislativo beneficia precisamente a estos últimos, en detrimento de la inmensa mayoría de los chilenos, ya que ha demostrado hasta la saciedad que trabaja en favor de los poderosos preferentemente.
Ejemplo Dos:
El miércoles 20 de septiembre, primer día hábil luego de las fiestas patrias, la sucursal del Banco Estado del Paseo Independencia mostraba un significativo número de clientes ordenados en largas filas frente a las siete cajas que esa institución dispone para la atención del público en general (amén de otras tres cajas abiertas en orden a recibir las solicitudes de los clientes de cuentas corrientes, de la tercera edad y para la adquisición de moneda extranjera).
No obstante, pese al alto número de clientes que se agolpaba frente a las siete cajas para el público general (a las doce del día, hora peak en cualquier lugar de Chile), sólo tres de ellas mostraban a funcionarios laborando en sus respectivas tareas. Cuatro cajas se encontraban cerradas. La atención era, obviamente, lenta, casi desesperante. Incluso en una de esas cajas ‘cerradas’, una funcionaria conversaba animadamente con el guardia de seguridad, como si estuviesen en el patio de su casa frente a la parrilla donde se asa un trozo de carne, mientras el público rogaba al destino por una rapidez mayor en los procesos de atención.
Un cliente expresó su molestia a otra de las cajeras, preguntándole por qué había únicamente tres cajas abiertas, habida consideración de que la cantidad de público no era menor y que, además, en los días previos a las fiestas patrias todas las cajas estuvieron atendiendo público. La respuesta de la cajera, en una expresión de desdén por los clientes, fue demostrativa del carácter propio de los BanKos chilenos: “la razón es obvia, hoy hay solamente tres cajeros”. Ante la insistencia del cliente –que no aceptó una explicación tan banal y torpe- la cajera se engrifó pidiéndole al usuario que “dejase de hablar en voz alta porque no podía contar los billetes”. Típico chilensis, ya que muchos funcionarios y gerentes no son capaces de caminar y mascar chicle al mismo tiempo.
¡Por favor, un poco más de respeto por los clientes no ricos ni poderosos, que son los que otorgan a ese BanKo sus mayores ingresos y razón de existir!
Ejemplo Tres:
Aquí sí que dijeron ‘fuera’. Un amigo, que cobra sus exiguos emolumentos en el BanKo CrediChile del Paseo Independencia, descubrió dolorosamente que la tarjeta plástica entregada por esta institución –con la que retira su dinero desde cualquier cajero automático- tenía el número de cuenta de ahorro INEXISTENTE. Recién entonces ese amigo se enteró que los depósitos de dinero que sí le había realizado en su cuenta de ahorro, por motivos de trabajo, la Universidad UNIACC desde Santiago, se encontraban entrampados en una extraña cuenta que CrediChile llama ‘Varios’, pero que él jamás recibió.
Como si lo anterior no bastara para alimentar a Kafka en un nuevo libro, este cliente no poderoso debió solicitar un préstamo a CrediChile para poder solucionar los urgentes problemas de pagos de cuentas y servicios que esperaba sufragar con su dinero…con ese dinero que el BanKo empozó en otra cuenta debido al grueso error de sus funcionarios.
Una negligencia insólita e inaceptable, responsabilidad exclusiva de esa institución perteneciente al BanKo de Chile, que debió ser solucionada merced a la buena voluntad de la Universidad UNIACC y a los trámites que el propio afectado realizó, ya que CrediChile sólo reconoció el grueso error pero nada hizo para repararlo. Claro que si ese cliente hubiese sido un parlamentario, un empresario agrícola o un cuentacorrentista con gruesas sumas de dinero empozadas en el BanKo, este habría corrido como gacela –con regalo incluido- para atemperar el ánimo del cliente, intentando evitar que ese tipo de usuario –con poder económico- hubiese entablado una jugosa demanda judicial.
Pero como el amigo del relato no cuenta con fondos para solventar los costos que exige cualquier abogado, la institución, confiada en tal evento, simplemente lo mandó a freír monos dejando en sus manos la solución a un entuerto provocado por el propio BanKo. Nuestro amigo recuperará su dinero (y una nueva tarjeta), aunque para ello tendrá que esperar varios días –que se agregan a las semanas enteras en que su plata ha estado oculta- y por cierto esa pérdida financiera de casi un mes no se la paga nadie.
En fin, del lobo, tres pelos y no sólo uno….para que el sistema banKario, junto a sus ‘asociados’ políticos, no diga después que se trató de un caso puntual, excepcional y solitario.

Fuente: En rancagua hay bankos, pero no bancos.